domingo, 11 de enero de 2009

INTENTO NUMERO TREINTA Y UNO

Soñoliento, sin entender qué era lo que me pertenecía y qué la locura. Iba comprobando que estábamos en una especie de gran ciudad pero escondida bajo tierra, o colgada del espacio celeste. Cuando se hablaba de la tierra, siempre se hablaba de algo que no era el lugar donde estábamos.
Ellas mientras tanto, así como habían nacido con tanta facilidad, morían con tanta facilidad.
Sus vidas dependían del tiempo de mis ojos abiertos, y esto último, de cualquier manera dependía de un cierto escalafón, donde había algunas que se morían a las pocas horas de mis ojos cerrados, y otras que morirían sólo después de veinticinco horas de mis ojos cerrados, quiero decir que había entre ellas y hasta que dependiera de mis ojos, varias inmortales.
Kropocha lipuskia estaba siempre a mi lado, ella parecía lo único real y todo lo otro más que real, dependiendo de sus superpoderes, porque de eso ya me había convencido.
Después de los primeros días y mediante un severo estudio de mis capacidades, decidieron que yo podía tener a mi cargo un ejército de 59 fantasmas y ella.
Arrebato de piel, tus ojos de magnolia fragmentada.
Eso donde yo estaba no era claramente ningún hospicio, sino más bien una especie de ciudad de lujo, donde por rey, se me cuidaba de una manera especial. Si mi madre me viera, tan contento, rodeado de tanto amor, seguramente, se moriría de rabia.
Sin embargo pensándolo bien podría todo ser por ahora un sueño. Abrir y cerrar los ojos dentro de un sueño, serían simplemente aperturas a otras cadenas significantes y sólo eso. Que con los ojos cerrados fuese interior y con los ojos abiertos irreal, en verdad no hablaba a favor de ninguna de las dos situaciones.
Crecer así entre tantas mujeres, por momentos me parecía bochornoso. Por la noche la que parecía la jefa de entre ellas y su mejor amiga, así me dijeron, cantaron y bailaron para mí esa noche, y en el movimiento de sus cuerpos, se perdían mis últimos recuerdos de la civilización terrestre.
Una mujer nace a la vida me decían, mientras cantaban y bailaban. Y se me metían por los ojos como vientos de luna y aterrizaban en mi sexo como si todo fuese increíble y perfecto a la vez.

1 comentario:

  1. "Que con los ojos cerrados fuese interior y con los ojos abiertos irreal", me parece que define con precisión la verdad humana: inconscienteamos cuando dormimos y cuando estamos despiertos.
    Gracias por esta biografía que incluye los procesos inconscientes, sin que dejen de serlo.
    Este post me parece el encuentro con una mujer, ya hay mínimo dos mujeres.
    Gracias por hacerme pensar.

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